miércoles, 19 de agosto de 2009

PÁGINA 12 - Lunes 17 de agosto de 2009

LA ARTESANIA COMO EJEMPLO DE CULTURA
La artesanía como ejemplo de cultura
Interesado en la ritualidad del culto africanista de la kimbanda, Juan Batalla juntó obras de varios artistas argentinos y uruguayos en una exhibición que mira más allá de los cánones habituales del arte y que complementa un libro de Arte Brujo.

Hablar de lo instituido no es referirse necesariamente a las instituciones que muchos discursos implícitamente señalan como únicas, las tradicionales, que son entre las que se tejen las relaciones de poder, mas tampoco a las secundadas por la Modernidad. Lo latente es, en realidad, el reconocimiento de los individuos sobre un conjunto de prácticas que tiene más o menos ciertas características propias. En una galería de arte, por ejemplo, se esperan hallar obras de arte, sean pinturas, esculturas, fotografías o –desde Marcel Duchamp– mingitorios. Pero nadie se pondría a contemplar con verdadero ojo crítico un Gauchito Gil en una santería de San Telmo. Entra aquí la irresuelta discusión del tope que tienen las llamadas artesanías: una estatuilla, rodeada de tantas otras, si no iguales, parecidas, no es considerada una producción artística ad hoc. ¿Pero qué sucedería si a alguien se le ocurriese hacer una exposición en la que ese Gauchito estuviera a la par de una escultura? Combinando esa inquietud y su interés por la ritualidad del culto africanista de la kimbanda, Juan Batalla juntó obras de varios artistas argentinos y uruguayos en Dueños de la encrucijada, estéticas de Exú y Pompa Gira en el Río de la Plata, que se exhibirá hasta el 30 de agosto en el Centro Cultural Ricardo Rojas (Av. Corrientes 2038) de lunes a sábados de 8 a 20, con entrada libre y gratuita.

En rigor, la muestra es el corolario del libro epónimo publicado el año pasado por la editorial Arte Brujo, que Batalla y el artista plástico Dany Barreto dirigen hace seis. “La intención no es ironizar sobre los cultos africanistas ni ninguna religión popular. La idea es mostrar arte donde otros no la ven. Muchos de los mismos religiosos que fabrican los objetos que están en la muestra no ven el arte que producen sino que lo viven como ritualidad. Entonces, Dueños de la encrucijada pone a esos objetos en situación de arte, en un libro y en la muestra”, explica el curador durante la charla con Página/12, acompañado por Barreto y el fotógrafo Guillermo Srodek Hart, que en la muestra participa con instantáneas de algunos altares de templos kimbanda de Villa Devoto, San Martín y Montevideo. El resto de los artistas que prestaron sus obras a la causa son Marcelo Bordese, Nora Correas, León Ferrari, Angela López Ruiz, Diego Perrotta (cuya muestra personal se exhibe en el Centro Cultural Recoleta), Nico Sara, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Anabel Vanoni, Margaret Whyte y Guillermo Zabaleta, cada cual bajo la impronta de su estilo, escuela y cercanía a la temática: puestas sus producciones a dialogar, les dan a los pasillos del Rojas un halo entre barroco y kitsch. “Por un lado existen artistas contemporáneos de la Argentina y Uruguay que están dentro de los cultos. Por el otro hay personas que, por algún motivo, se contagiaron de la iconografía y la incorporaron a su trabajo. Y hay unos terceros, que son los que, sin buscarlo específicamente, utilizan la simbología”, puntualiza Batalla, no sin contemplar, claro, las obras de los sacerdotes de algunos de los edificios sagrados que visitaron para escribir el libro: los “fierros”, que un vistazo fugaz confunde con candelabros pero son, en realidad, figuras representativas de los espíritus, y las estatuillas de yeso regulares.

–¿Cómo idearon el paquete literario-plástico que devino en Dueños de la encrucijada?

Juan Batalla: –Tiene que ver con mis intereses personales. Siempre estuve ligado al cruce del arte y la ritualidad, es mi terreno específico. Y en cuanto a la kimbanda y al culto de Exú, es un campo de estudio al que le dediqué años. Cuando observé que había un aspecto de la religiosidad afro que en Uruguay y la Argentina se daba con ciertas características locales, compartidas también con el sur de Brasil, me gustó destacarlo. Queríamos mostrar a los religiosos como artistas que hacen instalaciones, de algún modo.

–¿Qué son Exú y Pompa Gira en el culto de la kimbanda?

Dany Barreto: –Exú y Pompa Gira son dos espíritus de la kimbanda, que proviene del culto africano de la umbanda, pero es más bien una creación del sur de América. Aquí tiene una estética muy particular: los que asisten a los templos se visten de gitanos, cantan en portuñol y con tambores canciones africanas, y entran en trance con Exú y Pompa Gira, que intermedian entre los dioses y los humanos. Por eso se les hacen ceremonias, pedidos y ofrendas.

J. B.: –Se les rinde culto. Están ligados a la transgresión y habitan en los cruces de caminos, en los lugares de conflicto, en los momentos de quiebre. Como son espíritus de personas que vivieron en otros tiempos, se los representa como prostitutas o cafishios, personajes “malos” dentro de una picaresca local.

–Uno de los estigmas que ronda a este culto es la clausura. ¿Cómo se vincularon con los templos y lograron la confianza para observar los rituales y participar de ellos sin restricciones?

D. B.: –Trabajamos siempre en temas vinculados con lo religioso, aparte de hacer otras cosas. Y, por suerte, tenemos muchos amigos antropólogos que nos recomendaron y nos abrieron las puertas de los templos. Ibamos y decíamos: “Venimos de parte de...”, y ya era totalmente distinto. Nos permitieron sacar fotos y nos mostraron mucho más de lo que hubiéramos logrado yendo solos. Claro que si no te conocen se hace muy difícil.

J. B.: –Además les dimos nuestra palabra de que la intención no era ironizar sobre los cultos africanistas, ni sobre ninguna religión popular. La idea es mostrar arte donde otros no la ven.

D. B.: –Hay varios pai (sacerdotes) que sí se dan cuenta de que la ceremonia es totalmente artística, pero hay otros que no la conciben de esa forma. Nosotros lo rescatamos como arte.

Y aquí “rescatar” no es en tanto “robar” ni “pedir prestado”. En su mayoría son obras que remiten a la simbología kimbanda, pero que fueron realizadas por artistas plásticos antes de que el proyecto existiese. Además de las fotos de los altares, algunas de las piezas que componen la muestra son S/T, acrílico sobre tela realizado por Nico Sara, que muestra una mano haciendo cuernitos con los dedos índice y meñique, como hacen los religiosos de la kimbanda durante el trance de los bailes; Quién la tiene más larga, un enorme y llamativo monumento fálico de cera y acero inoxidable realizado por Nora Correas y que es “el eje de la exposición”, cuenta Batalla; una Pompa Gira de yeso policromado, de las que se pueden encontrar en las santerías, que es curiosamente una réplica de la Venus, de Sandro Botticelli, salvo que pintada de rojo, pues “encontraron reflejadas en esa pintura todas las cualidades de la diosa. Es algo así como un ‘sincretismo pop’”, reflexiona Srodek Hart. Infierno es una jaula con santos y diablos realizada por León Ferrari para su serie Ideas para infiernos; y una escultura creada por Dany Barreto, que tomó como modelo a su mascota: “La perra aparece como sagrada, primero porque es La Murciélaga, mi perra (risas)... En realidad, porque siempre me llamó la atención que en culturas antiguas, como la egipcia o la china, adoraran a los animales”.

–¿Cómo son los rituales de los kimbanda? ¿En qué se nota que se trata de un culto que proviene de Africa?

D. B.: –Se nota más en Uruguay, donde hay más negros. Acá no lo veo como algo africano. Es gente de barrio la que participa y no te das cuenta de que es un rito africano. Es como si fueras a la iglesia católica, salvo que con una estética distinta. Yo estudiaba teatro y empecé a ver las ceremonias como obras, porque tienen música, escenografía, vestuario y es un ritual perfecto. Después me enganché un poco más y empecé a hacer consultas: si de repente tenía un problema, hablaba con el pai que quisiera, con naturalidad y respeto. Hay mucha gente que es de otra religión, pero la compatibiliza con ésta.

J. B.: –Existe la magia y eso es una diferencia con otras religiones. Para los kimbanda, el deseo está bien visto, está expresando algo de tu interior y está bien que se manifieste. Y recurren a la magia para que ese deseo suceda en la Tierra.

–Ellos lo llamarán magia, pero desde otros sectores insisten en que es brujería...

J. B.: –Eso le da un halo de oscuridad. También persiste el prejuicio cultural y racial con respecto a la negritud y los estereotipos de inferioridad.

D. B.: –Usan muchas ofrendas de comida, ropa y velas, que nosotros vemos súper artísticas: son como instalaciones en la esquina. Lo que pasa es que la gente se cruza con un plato con pochoclos y una vela roja y ya piensa que es magia negra, aunque en realidad no sea más que una ofrenda por un pedido de trabajo o salud. Lo que sucede es que no están acostumbrados a verlo dentro de esos márgenes.

Informe: Facundo Gari.

martes, 18 de agosto de 2009

RAMONAWEB
¡Cosa `e Mandinga!

Autor de la reseña Mercedes Janon



Dueños de la encrucijada
CC Rojas
Artista(s) León Ferrari | Daniel Barreto | Nico Sara | Nora Correas | Melina Scumburdis | Diego Perrotta | Anabel Vanoni | Marcelo Bordese | Gustavo Tabares | Angela López Ruíz | Srodek Hart | Margaret Whyte | Guillermo Zabaleta

Inauguración 06-08-2009 19:00
Cierre 30-08-2009 19:00
El Rojas está más rojo que nunca. Los dueños de la encrucijada. Estéticas de Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata, curada por Juan Batalla, estará hasta el 31 en el C. C. R. R. Rojas.
En una muestra inquietante, el arte rastrea su remoto origen, su raíz mágica, cuando era pura evocación.
Desde el rito plasmado en videoarte o el registro de una performance (López Ruiz, Vanoni y Zabaleta), pasando por lo totémico en Quién la tiene más larga de Correas, hasta la idolatría en Exú la murciélaga de Barreto o el fetichismo en Llaves de Scumburdis, los ancestrales mecanismos se actualizan en las prácticas del arte contemporáneo.
Rodeado por tantos blasfemos que excomulgar, las asociaciones cristianas van a dejar tranquilo a León Ferrari, presente con un modesto Infierno plagado de santos.
Dicen que el verdadero poder del mal radica en que nos olvidemos de que existe. Por suerte, en los días que corren, está el arte para echar un poco de luz sobre el lado oscuro de la humanidad.
Recomendación: portar amuleto protector. Una foto de Pugliese basta.
Por las dudas, ir murmurando entre dientes vade retro.
LA PRENSA
30-8-09

Cultura
YENTE Y LIDY PRATI EN EL MALBA. PRESENCIA DE AFRICA EN EL CENTRO CULTURAL ROJAS
Raíces pioneras, rastros arcaicos
30.08.2009 |

Una exposición que pone en valor la producción de dos pioneras de la abstracción en la Argentina: Yente y Lidy Prati, artistas singulares que introdujeron variantes personales al debate sobre la no figuración en nuestro país, abrió sus puertas en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba)

La muestra presenta una selección de más de 170 obras pertenecientes a colecciones públicas y privadas, y plantea los inicios de la abstracción en la Argentina, con piezas de Emilio Pettoruti, Xul Solar y Juan Del Prete.
Además, dedica dos grandes núcleos a la producción abstracta de Yente (Eugenia Crenovich, 1905-1990) y Prati (Lidia Elena Prati, 1921-2008), con un conjunto de pinturas y obras sobre papel realizadas entre fines de los años 30 y los años 60.

Los trabajos abstractos más antiguos de Yente datan de 1937 y por lo tanto es la primera artista mujer que desarrolló esta tendencia en la Argentina.

Esta muestra -hasta el 5 de octubre en Figueroa Alcorta 3415- presenta unas 70 piezas de la producción abstracta geométrica y libre de Yente (compañera de vida y de lucha artística de Juan Del Prete), entre pinturas, objetos, relieves, obras sobre papel y tapices, producidos entre 1937 y 1960.
En Figueroa Alcorta 3415.

ESTETICAS DE EXU

Instalaciones, videos, pinturas, fotografías, esculturas, objetos rituales y de diseño dan forma "Dueños de la encrucijada", la muestra que desarrolla las estéticas de las divinidades Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata y que hasta fines de agosto puede verse en el porteño centro cultural Rojas.

Focalizada en el culto a Exú y Pomba Gira -espíritus masculino y femenino de los cultos africanistas del sur de Brasil, Argentina y Uruguay donde hay una marcada identidad común- esta exhibición pone de relieve las particularidades compartidas por Montevideo y Buenos Aires.

La exposición -montada en el Espacio de Artes Visuales del Rojas- se encuentra en el límite entre el arte y la antropología, acentuado inteligentemente por el curador Juan Batalla.

Hay algo más: esto tiene su correlato en la realidad material o geográfica. Muchas veces se invoca u ofrenda a Exú en el cruce de dos calles, "la encrucijada", resume este estudioso del arte africano y afro-latinoamericano.
Centralizar la atención en estas dos divinidades "es como si hiciéramos un arbitrario recorte del panteón de dioses griegos y nos acotásemos a observar el culto a Dionisio, independizado del resto de los dioses", asegura el curador.

Estos artistas que se presentan aquí son de origen ecléctico: algunos son practicantes de estos cultos y realizan obras como correlato de su vida religiosa, y otros fueron influenciados por estéticas umbandistas.
Están los que sin proponérselo manifiestan en su obra ideas o símbolos que sirven a la lectura ritual o antropológica y también los religiosos que se dedican a una carrera artística y hacen arte ritual.

Dany Barreto, Marcelo Bordese, Nora Correas, Angela López Ruiz, Diego Perrotta, Nico Sara, Guillermo Srodek Hart, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Anabel Vanoni, Margaret Whyte y Guillermo Zabaleta son los expositores de esta muestra.

Es en esta diversidad que Batalla proyecta una idea de mezcla, variación y creatividad implícitas en las estéticas de Exú y Pomba Gira.

El curador incluyó en esta muestra una obra de León Ferrari, parte de una serie de explícita crítica al cristianismo que provocó gran polémica hace unos años cuando se exhibió en el centro cultural Recoleta.

Para esto Ferrari usó estatuas de Exú compradas en santerías a modo de representaciones del diablo y evidenció así el fenómeno del sincretismo, en este caso: muchas de las entidades a las que se rinde culto en el africanismo tienen un correlato en el panteón cristiano.

¿Cuál es el de Exú? El demonio: sus estatuas tienen forma de demonios y por eso cuando quise antologizar a quiénes trataron la iconografía de Exú en el Río de la Plata, Ferrari resultó ineludible a partir de la presentación que años atrás hizo en el centro cultural de España.

El afroumbandismo ya no refiere a lo afro en un sentido racial o genético sino que señala la pregnancia de una cultura incorporada al tronco de la cultura rioplatense que prodiga generosos frutos.
En el centro cultural Rojas, Corrientes 2038.



http://www.laprensa.com.ar/340091-Raices-pioneras-rastros-arcaicos.note.aspx

lunes, 17 de agosto de 2009

THE ARGENTIMES

The African Gods of the Río de la Plata

by: Kate Stanworth | 10 August 2009
printed in: Edition 56 | section: Art
Pomba Gira da Praia -Photo courtesy Arte Brujo

The melancholic tango melodies and pounding candombe rhythms heard along the Río de la Plata emerged from an historical encounter of cultures: of European immigrants and African slaves. But while many would see the African influence in the region as something from the past, an exhibition at Centro Cultural Ricardo Rojas reveals that a new voodoo-like religion is freshly adapting its Afro derived mythology to the European-style cities of Buenos Aires and Montevideo.

With its mysterious, often sexualised imagery and animated ceremonies, the Umbanda religion arrived in cellars and homes of poorer barrios in the region from Brazil in the 1960s. An offshoot of Brazilian Candomblé, it also shares roots with Voodoo in Haiti and Santaría in Cuba, religions created by African slaves who synthesised different forms of worship from their homelands on arriving in the Americas.

“Umbanda is a religion that is very much in movement,” says show curator Juan Batalla. “It’s still growing and there is a lot of creativity.” Along with fellow artist Dany Barreto, he brought together this exhibition of deities, religious inspired installation art and compelling photos of shrines, called ‘Dueños de la Encrucijada’ (‘Owners of the Crossroads’), which they also made into a book.

Exú and Pomba Gira

The project focuses on the imagery of Kimbanda, the specific type of Umbanda practised here in the Río de la Plata region that revolves around two gods, male ‘Exús’ and female ‘Pomba Giras’. These have many forms, appearing in the exhibition as caped figures that look like Mexican wrestlers, gipsy women, a red snake-headed man and a goddess based on Botticelli’s Venus. They are commonly said to be spirits of people who have had very colourful lives, tells Batalla. “Exús are often thieves, and the Pomba Giras are usually courtesans or prostitutes.”

These spirits are invoked in rituals by initiated followers, who offer them gifts of perfume, alcohol and cigars. “The ceremonies appeal to the senses,” describes Batalla. “There is drumming and singing throughout. People dance and those that are initiated fall into a trance. When the spirits are received by mediums they usually tell something of their story.”

Angela Lopez Ruiz’s video installation shows her partner receiving the spirit of an Exú, with his face contorted and hands making strange grasping gestures, while photos by Guillermo Srodek-Hart capture women in trances spinning in a whirl of opulent red skirts and scarves. Testimonies in the book give an insight into the powerful first experience of receiving a spirit, explaining how the presences are later invited to be compadres or friends, who they consult regarding problems.
Photo by Guillermo Srodek-Hart
Shrine of Pomba Gira

The devil?

Umbanda’s embrace of physical pleasure, including plentiful consumption of alcohol and cigarettes during ceremonies, and sexualised imagery like naked Pomba Giras and Exús with large phalluses, appears to clash with Catholic sensibilities. However there is something more obviously startling to the imagination of the region’s dominant faith: the appearance of many Exú figures as red bearded creatures with tails, hooves and tridents, identical to their devil.

Batalla explains that, rather than pointing to devil worship, the imagery comes as a result of the incorporation of Catholic imagery into the mythology, a process known as syncretism. “The gods of Africa took the shells of Christian saints. Some correspond with the Virgin Mary, and Exú corresponded with the devil,” he continues. “In Africa the figure of Exú was originally a phallic symbol with horns. When the Christian missionaries found this they identified it as the devil.”

In the book, anthropologist Alejandro Frigerio explains that the spirits’ association to the Catholic devil also has much to do with their corporality, sensuousness and closeness to the material world. He tells how the Kimbanda followers are divided among those who accept these identifications at face value and the majority who reject them or think of them as purely an ‘inherited folkloric reality’.

Some Afro-Brazilian cults are carrying out a process of ‘re-africanisation’, returning to the original imagery and leaving behind the figures that are currently used for the spirits of Kimbanda. “A decisive argument behind this motion is the necessity to separate from the devilish imagery derived from the syncretism with the Catholic faith,” says Batalla.

Visual Offerings


Ironwork for Exú - Photo courtesy Arte Brujo

Photos in the book cover the wide range of interpretations, from the Africanist shrines, with simplified, abstract objects decorated with cowrie shells, to the distinctly Argentine and Uruguayan ones in Srodek-Hart’s extensive series, which even include folklore figures of the region such as Gauchito Gil and San la Muerte.

Common to all the shrines is a meticulous attention to detail. “They must be carefully arranged to the extent that the very success of the whole affair may depend on both the intention and the visual production,” says Batalla. But in each temple, people are guided by what they feel more than a set of hard and fast rules. “There is no body of diffusion saying what is correct or incorrect in their religious vision,” he says. “The religion is not vertical. There is no leader. There are just initiated people that initiate others.”

While the unregulated, creative element of the religion inspired Batalla to study the subject, he also considers that it has attracted criticism. “If I want to start my own space and convince people that I’m going to initiate them, no one’s going to stop me,” he says. “There are those that are not so serious. But on the other hand there are many that practice with much care for those that follow them.” Indeed, despite the controversy, there are more temples all the time in the region, and they are working in a way that is increasingly visible and accepted.

The exhibition brings to the art gallery an intriguing glimpse into a coded world. “The idea of the show is that round the corner from your house there might be something like this that you don’t know about, and perhaps you are badly informed,” considers Batalla. To him, the religion’s unique imagery provides an entry point through which someone who has never experienced Umbanda might begin to relate to it: “More than anything I want to show the beauty,” he says. “There are lots of these altars that are very beautiful, and they have a force.”

The ‘Dueños de la Encrucijada’ exhibition runs from 6th to 30th August, Monday to Saturday from 10am to 8pm, and Sundays from 4pm to 8pm at Centro Cultural Ricardo Rojas, Corrientes 2038, 4954 5521/4954 5523, www.rojas.uba.ar. Free entry. For more information about the book of the same name, look at coleccionartebrujo.blogspot.com
TELAM - CULTURA
2009-08-14
Nota correspondiente a la publicación del día Viernes de 14 de Agosto de 2009

CULTURA
Dueños de la encrucijada
Una muestra sobre Exú y la Pomba Gira en el Río de la Plata


Se trata de "Dueños de la encrucijada", que reúne instalaciones, videos, pinturas, fotografías, esculturas y objetos rituales, entre otros. Se podrá visitar hasta fines de agosto en el porteño Centro Cultural Ricardo Rojas.

Dolores Pruneda Paz

Instalaciones, videos, pinturas, fotografías, esculturas, objetos rituales y de diseño dan forma "Dueños de la encrucijada", la muestra que desarrolla las estéticas de las divinidades Exú y Pomba Gira en el río de La Plata y que hasta fines de agosto puede verse en el porteño Centro Cultural Ricardo Rojas.

"Dueños de la encrucijada" exhibe el arte propio de la ritualidad que generalmente suele estar por fuera de los espacios de arte o, dicho de otra manera, el contexto ritual y filosófico que subyace detrás de las formas artísticas.

Focalizada en el culto a Exú y Pomba Gira -espíritus masculino y femenino de los cultos africanistas del sur de Brasil, Argentina y Uruguay donde hay una marcada identidad común- esta exhibición pone de relieve las particularidades compartidas por Montevideo y Buenos Aires.

La exposición -montada en el Espacio de Artes Visuales del edificio de Corrintes 2038- se encuentra en el límite entre el arte y la antropología, donde el curador Juan Batalla ubica "la veta que permite generar una nueva mirada sobre la ritualidad y lo artístico".

"Exú y Pomba Gira son los dioses que gobiernan los cruces de fuerzas, situaciones y conflictos, y es a ellos a quienes recurren los seguidores de esos cultos africanistas en las encrucijadas de la vida", explica a Télam Batalla.

Hay algo más: esto tiene su correlato en la realidad material o geográfica. Muchas veces se invoca u ofrenda a Exú en el cruce de dos calles, "la encrucijada", resume este estudioso del arte africano y afro-latinoamericano.

Centralizar la atención en estas dos divinidades "es como si hiciéramos un arbitrario recorte del panteón de dioses griegos y nos acotásemos a observar el culto a Dionisio, independizado del resto de los dioses", asegura el curador.

Los artistas que se presentan aquí son de origen ecléctico: algunos son practicantes de estos cultos y realizan obra como correlato de sus vida religiosa; y otros fueron influenciados por estéticas umbandistas.

Están los que sin proponérselo manifiestan en su obra ideas o símbolos que sirven a la lectura ritual o antropológica y también los religiosos que se dedican a una carrera artística y hacen arte ritual. Dany Barreto, Marcelo Bordese, Nora Correas, Angela López Ruiz, Diego Perrotta, Nico Sara, Guillermo Srodek Hart, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Anabel Vanoni, Margaret Whyte y Guillermo Zabaleta son los expositores de esta muestra.

Es en esta diversidad que Batalla proyecta una idea de mezcla, variación y creatividad implícitas en las estéticas de Exú y Pomba Gira.

El curador incluyó en esta muestra una obra de León Ferrari, parte de una serie de explícita crítica al cristianismo que provocó gran polémica hace unos años cuando se exhibió en el porteño Centro Cultural Recoleta. "En varias de estas obras León enfrenta a los personajes del imaginario cristiano -la Virgen, Jesús y los santos- a demonios que los sojuzgan e invierten la condena al infierno que pesaría sobre los pecadores: ahí los condenados son los santos", reseña Batalla.

Para esto Ferrari usó estatuas de Exú compradas en santerías a modo de representaciones del diablo y evidenció así el fenómeno del sincretismo, en este caso: muchas de las entidades a las que se rinde culto en el africanismo tienen un correlato en el panteón cristiano.

¿Cuál es el de Exú? El demonio: "he ahí que sus estatuas tengan forma de demonios y por eso cuando quise antologizar a quiénes trataron la iconografía de Exú en el Río de la Plata, Ferrari resultó ineludible", señala Batalla.

El afroumbandismo ya no refiere a lo afro en un sentido racial o genético -indica el curador- "sino que muestra la pregnancia de una cultura incorporada al tronco de la cultura rioplatense que prodiga generosos frutos".

"Africa puede estar en cualquier barrio marginal, y no me refiero al uso peyorativo que le pueden dar a esta idea en el sentido de la pobreza, hablo de los aspectos enriquecedores que esta cultura tiene para aportar a la sociedad rioplatense contemporánea", concluye.

domingo, 16 de agosto de 2009

CRÍTICA de la argentina

Culturas / Edición Impresa
MUESTRA DUEÑOS DE LA ENCRUCIJADA
Las artes del culto africanista
12.08.2009

Artistas argentinos y uruguayos exhiben en el Centro Cultural Rojas una muestra dedicada al culto africanista Exú y Pomba Gira, que “en medio del desconocimiento, florece a la vuelta de la casa de cada uno”. Lo dice la invitación a Dueños de la encrucijada, que incluye fotografías, pinturas, objetos, videos y performances de Dany Barreto, Marcelo Bordese, Nora Correas, León Ferrari, Ángela López Ruiz, Diego Perrotta, Nico Sara, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Anabel Vanoni, Margaret Whyte y Guillermo Zabaleta.

“Exú y Pomba Gira –escribió Juan Batalla, el curador– son entidades espirituales celebradas en cultos de raíz africana, un aspecto de la cultura regional largamente invisibilizado que entre la incomprensión y el descrédito sigue creciendo a espaldas de todos”.

Para Batalla, “existe en este punto una identidad en común muy marcada entre Buenos Aires y Montevideo, abonada por constantes intercambios, viajes e influencias entre sí de religiosos, que mayormente reconocen como fuente histórica a Porto Alegre y otras ciudades de Brasil”.

La muestra también se propone resaltar “el papel de algunos religiosos africanistas como performers”. En Corrientes 2038, de lunes a viernes, de 8 a 20, hasta el 30 de este mes, gratis.
EL REPLICANTE - México - julio de 2009
publicó en su nuevo número 19, un artículo que escribió Juan Batalla acerca del Lenguaje visual de altares populares argentinos, con fotos mias. La revista está muy buena, y tiene ediciones en papel y digital también.



Lenguaje visual de altares populares argentinos

Como mala hierba la religiosidad popular brota donde no es bienvenida, en el seno mismo de un país que produjo y exportó psicoanálisis como uno de sus commodities principales. Y provoca un lenguaje dirigido a que los sentidos codifiquen una serie de datos estéticos destinados, en primera instancia, a establecer comunicación con un ente espiritual, que puede ser cifrado o abierto, y en muchos casos conceptualiza una épica biográfica tanto como ideas abstractas.
Los altares embanderados de rojo implican voluntad de victoria, contundencia fragmentaria. Acaso herencia de tiempos del dictador Juan Manuel de Rosas (1836 - 1852), quien forzó a la población a acatar la "divisa punzó", una rústica cinta de tela roja que debía lucir toda la población a modo de escarapela. El país quedó por entonces dividido en dos facciones que disputaron el poder y lucían símbolos rojos y celestes respectivamente. Estos colores sobreviven en el culto a gauchos fallecidos en circunstancias especiales, y éstos son honrados siguiendo los colores partidarios a los que adscribieron en vida . Pero, curiosamente, los cultos a gauchos identificados con el celeste languidecen. Pierden fervor e incluso son reconvertidos al rojo. Hasta el popularísimo Gauchito Gil parece haber sido víctima de este cambio de divisa post-mortem, ya que las más potables biografías acerca de Gil sugieren su simpatía por los celestes.
Nuestro amigo Farris Thompson plantea en torno a la tradición del uso de enseñas rojas, y del rojo en general en lo que atañe a los cultos populares, una matriz conga; a esa etnia pertenecían la mayoría de los esclavos llegados a Argentina, que en un momento representaron el 30% de la población del país; el rojo transmitía ideas claves en su cultura. Aunque también hay que observar la tradición italiana, importantísima corriente inmigratoria en el país, quienes en zonas rurales pintan las puertas de sus hogares de rojo como recaudo contra el "mal de ojo".
En Empedrado, pueblo del litoral argentino, una baliza de automóvil de forma triangular protege con rojo brillo la puerta de una construcción precaria dedicada al Gauchito Gil. Advierte de peligro, explícitamente llama la atención acerca de la potencia de la entidad allí conjurada, evocando estéticas de talismanes dotados de espejos que rechazan a los intrusos y advierten, severos, al modo de los utilizados en el vudú haitiano. Es el reflejo del espíritu, destello que activa una épica diferencial. Los espejos retrovisores de automóviles particulares, taxis y ómnibus suelen también alojar altares con rosarios y cintas: roja contra la envidia, o blanca, roja y verde para simbolizar a San Jorge, patrono de los transportes.
Otro personaje del siglo XIX, la Difunta Correa, que debió fugar a través del desierto con su hijo a cuestas, exhibe características visuales peculiares. Sus adoratorios se hallan a la vera de muchas rutas. En ellos se desarrolla y resuelve en tiempo mítico el drama que constituye la tripa de su historia. Además de las ofrendas de botellas de agua, elementos para bebés y patentes y neumáticos de automóviles, podemos encontrar a veces objetos únicos como una servilleta de papel impresa expresamente para servir en un cumpleaños infantil que hallamos en un altar de Tucumán que exhibía a Mickey y a Minnie (niños) viajando en auto (un medio de transporte) bajo palmeras (presencia de agua y sombra).
El culto a San La Muerte, tradición de raíz jesuítico - guaraní, vertebra en figuras de adoración estéticas que van desde lo figurativo tradicional, que consiste en tallas de esqueletos, hasta variantes sumariamente abstractas que pueden ser apenas una astilla del cajón de un muerto. Dentro de la vertiente figurativa se distingue entre esqueletos de madera o hueso con factura cercana a la imaginería tradicional de la zona y otros contaminados por imágenes propias del heavy metal y películas de terror. Los abstractos apenas semejan figuras reconocibles, y comunican la presencia de un misterio acaso más íntimo e insondable.
Los altares populares generan una transmisión visual que no siempre es domada por el comercio seriado destinado a satisfacer los íconos más obvios. E instalan valores e historias marginadas que producen un tramado distintivo del que se nutren las artes visuales, como lo hiciera Antonio Berni ( 1905 - 1981) con su precursora instalación dedicada a la Difunta Correa en 1971, y hoy lo hacen numerosos artistas contemporáneos argentinos.

Juan Batalla

sábado, 15 de agosto de 2009

CRÍTICA de la argentina - 8/5/09

Extraños seres del otro lado del río

por Maximo Jacoby

Es general, el frenético ritmo de lo cotidiano marca el tiempo: las ocupaciones y conflictos sumados a los pequeños lugares restantes para el ocio favorecen la naturalización de ciertos fenómenos sociales y el ocultamiento de otros mediante la indiferencia. Reconocemos los rituales dominicales de la misa cristiana, el sabbath judío, los recorridos puerta a puerta de los evangelistas, pero desconocemos la coexistencia de ritos y creencias diferentes a sólo 15 minutos de nuestro hogar, donde por ejemplo se les rinde culto a las entidades espirituales como Exú y Pomba Gira, macho y mujer respectivamente. Estas deidades arribaron al Río de la Plata con los esclavos africanos y por medio del sincretismo se los identificó con la figura católica del diablo. Se pueden encontrar figuras en las santerías de Once, junto a Cristos, Gauchitos Gil y otros, y movilizan un caudal de gente que comparte un círculo de creencia particular y alternativo, mucho más complejo que el estereotipo de Perdita Durango. Hace varios años, Juan Batalla y Dany Barreto decidieron adentrarse en este fenómeno, que evidencia un sistema personal de apropiación de imágenes fusionado en un lenguaje estético propio. Así nació Dueños de la encrucijada, un proyecto interdisciplinario, que comenzó con el libro editado por la colección Arte Brujo en 2008 y ahora presenta una muestra sobre las dos orillas del río junto a artistas de ambas orillas. Primero en Montevideo y luego en Buenos Aires, se presentan obras en diferentes soportes que el curador Batalla identificó como visiones y reflexiones sobre estos cultos y su desarrollo.

Fotografías de Guillermo Srodek Hart de altares de diferentes templos muestran variantes en las elecciones estéticas de la liturgia específica y no una representación escenográfica. Esculturas junto a figuras anónimas de las deidades ubican la muestra entre el arte contemporáneo y el religioso o etnográfico, que nutre el proyecto de belleza, densidad de contenidos y dinamismo. Sugerentes instalaciones como la de Barreto son su Exú, la murciélaga o Ángela López Ruiz, un círculo ritual de pétalos y azúcar sobre el suelo, se intercalan con una estatuilla de Pomba Gira caracterizada como una venus de Botticelli completamente roja. Un puente abierto para una sociedad plagada de temores ante lo desconocido y que no osa hacer sus elecciones. Completan la muestra Guillermo Zabaleta, Anabel Vanoni, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Nico Sara, Marcelo Bordese, León Ferrari, Diego Perrota y Margaret Whyte.

viernes, 14 de agosto de 2009

EGBETIBAAYIN.BLOGSPOT.COM

publicado por el Baba Milton Acosta en su blog en mayo de 2009.

"Eshu en el Museo Blanes"
Ayer fue inaugurada la muestra “dueños de la Encrucijada” en Montevideo, más precisamente en la hermosa casona que administra Gabriel Peluffo Linari para el Estado pero con escasa atención y medios del Estado. Es decir: al Estado le interesa que haya un flujo cultural pero no tanto como para dotar a los gestores de cultura de medios para hacerlo. Uruguay conserva sus rasgos más típicos de poco pan y mucho circo.

Pero decía que Eshu -ese niño terrible que a veces es confundido con el demonio tan exquisitamente descrito por las iglesias cristianas, pero que nada tiene que ver con ese personaje pues no pretende la aniquilación del hombre sino su realización- sentó sus reales en ese lugar tan magnífico con parque incluido que tenemos los montevideanos a escasos minutos del centro.

El responsable de esta muestra es Juan Batalla. Artista plástico, editor, fundador de Arte Brujo con Dany Barreto, gran amigo y connaisseur impactado por esta divinidad africana transmutada en espíritu de malandraje y marginalia en estas tierras americanas. Un espíritu irreverente a veces, cuya misión es obligar a tomar decisiones, partido o rutas hacia la felicidad que no vacila en travestirse –por algo es uno pero miles- en la concreción de su tarea. Así, eshu y pombogira –su ser femenino, su mitad indispensable para la vida humana- plantean disyuntivas capaces de hacer tambalear al más fuerte y para ello se sirven de una estética determinada en el ámbito del Río de la Plata que el curador ha captado tan bien tanto en el libro “Dueños de la Encrucijada” como en esta muestra que ha quedado abierta. Lejos del abigarrado muestrario del libro donde las imágenes se superponen y redondean los textos, la muestra ha elegido algunas obras de entre tantas e inclusive algunas que no aparecen en el libro que motiva la exposición.

Impacta ya antes de entrar propiamente a la sala mayor la instalación minimalista de nuestra compatriota Ángela López Ruiz: un círculo de pétalos de rosa que cubre una capa de azúcar como homenaje a pombogira, el eshu mujer. Es que indudablemente en esa simple figura espacial plana detenida en la tierra subyace el misterio de ese femenino insondable que invita a sumergirse a través de ella hacia un plano debajo de lo visible donde espera la transgresora, riendo a carcajadas de la pacatería judeocristiana.

En el acceso a la sala principal nos recibe una de las espléndidas fotografías de Guillermo Srodek Hart que inmortaliza un altar –un espléndido altar, por cierto, al que tuve el privilegio de rendir homenaje en Floresta, Buenos Aires, y que pertenece a la familia de eshu del bàbá Alfredo de Ògún- sustrayéndolo del ámbito natural, el religioso, para convertirlo en un objeto de arte donde cada detalle acerca al espectador no enterado a la virtualidad de la magia afro brasileña.

Entre todas las preciosidades de esta muestra singular quisiera destacar la instalación de Dany Barreto, que me impactó simplemente. Quizá yo la hubiese puesto enfrentada a la puerta de acceso a esa sala larga y angosta: ubicada allí obligaría –como eshu- a tomar la crucial decisión de rodearla para poder entrar a ver el resto, ya sea por la derecha o por la izquierda, pero propondría inevitablemente la necesidad de elección. Rodeada de banderillas rojas de papel cortado –tan comunes en los techos de los terreiros brasileños, el adorno simple y económico de los artistas “pobres” que han creado la “riqueza” de nuestras variantes religiosas, se encuentra “la Murciélaga” negra nigérrima echada sobre un blanco lecho de pipocas… Barreto ha captado a la perfección la tricromía del culto particular de eshu, la kimbanda, y la ha aplicado magistralmente a su obra en exposición. Recurrente en su obra, la Murciélaga es una perra del artista que, como eshu, siendo una se multiplica a través de sus creaciones siendo diferente cada vez aunque en esencia sea la misma. Cancerbero monocéfala, custodia la entrada a ese mundo que impacta a través del color, la forma y la invasión del espacio, y por cierto dentro de la más absoluta tradición iniciática en la que el perro es uno de los más conocidos animales psicopompos.

En síntesis, por un lapso que durará hasta la primera quincena de junio, eshu y pombogira se han instalado en el Museo Blanes por medio de aquello que sugieren a aquellos artistas que dotados de visión desprejuiciada, han podido encontrarles en una obra desenfadada, riquísima y subversiva. Tal vez, un puente abierto para una sociedad plagada de temores ante lo desconocido y que no osa hacer sus elecciones.

Milton acosta
LA DIARIA - Montevideo 20-5-09
cultura -artes visuales

La tremenda fascinación del sincretismo

Lo que Rudolf Otto sistematizó
en un cardinal libro de 1936, Lo
sagrado, ya lo había intuido Michel
de Montaigne en sus Ensayos
casi 400 años antes: “los hombres
creen en lo que menos entienden”.
Para Otto una religión alcanza
el pleno éxito cuando está
basada en un misterio inaudito
que aguijonea despabiladamente
el lado irracional del individuo.
Pero ese misterio tiene que ser
“bipolar”, o sea un mysterium a
la vez tremendum (aterrador) y
fascinans (fascinante): de hecho,
la hodierna (actual) lejanía -física
y cultural- que nos separa de
las religiones africanas magnifica
aun más su enigma favoreciendo
una recepción al mismo tiempo
miedosa y (aparentemente) irresistible.
Sobre la introyección de los
elementos y “personajes” espirituales
de África en los países
americanos fueron escritas bibliotecas
en todos los rubros,
desde la antropología a la literatura,
en algunos casos hasta
llegar al mainstream (como el
acervo de voodoo hollywoodiano
de la New Orleans pre Katrina),
y es obvio que el arte también
se alimente de ella. La muestra
Dueños de la encrucijada, hasta
mañana todavía en el Blanes, es
un viaje a través de obras visuales
inspiradas en las encarnaciones/
reelaboraciones rioplatenses de
rituales africanos, concentrados
en los dos dioses que más “hechizaron”
a argentinos y uruguayos,
sobre todo, como explica Alejandro
Frigerio en el catálogo, a
aquellos en condiciones sociales
difíciles: Exú (una especie de diablo)
y Pomba Gira (básicamente
su contraparte femenina).
El esqueleto de la exposición
son las fotos, de diferentes altares
encontrados en Montevideo
y Buenos Aires, sacadas por Guillermo
Srodek Hart. En ellos, más
allá de las figuras en yeso o madera
de las divinidades mencionadas
(algunas también presentes
en el museo) se puede encontrar
literalmente de todo. El sincretismo
es total: cualquier ofrenda es
admitida y la entrada en juego de
productos de consumo con marcas
y específicas características
industriales (principalmente licores
y cigarrillos) nos catapulta
en un culto definitivamente instalado
en época tardocapitalista.
Al lado de imágenes clásicas de
la religión cristiana, de botellas y
copas vacías y llenas, se amontonan
velas, alhajas, flores, frutas,
muñecas, sombreros, abanicos,
calaveras.
Visualmente, representando
universos de objetos usualmente
ajenos entre sí, las fotos resultan
de lo más llamativo de la exhibición
y enmarcan bien a las demás
obras de artistas de ambas orillas
llamados a meditar sobre el tema.
En ésas prevalece -casi forzosamente
dado el trato demoníaco
del asunto (aunque, nos explica
Frigerio, de un demoníaco “bueno”)-
el rojo. Rojos son los tres
paneles sencillos con símbolos
colgados del techo de Guillermo
Zabaleta, rojos los cuernos de la
eficaz imagen-señal de Nico Sara
y roja la carpa que repara a una
especie de cordero negro en la
escultura para-kitsch de Dany
Barreto, solución que no puede sorprender,
porque las fuentes
iconográficas de estos cultos se
basan en una acumulación de
estímulos visuales (por ejemplo
la Pomba Gira recalcada sobre
la Venus de Botticelli o la presencia
de cuerpos de mujeres en
poses pin-up) extrapolados de
otros contextos y re-significados,
que Hermann Broch o Clement
Greenberg hubieran sin duda
definido como kitsch.
Los videos de Anabel Vanoni
y Ángela López Ruiz proponen lecturas
de los rituales kimbanda (los
más frecuentes del Río de la Plata)
entre teatro y trance, mientras que
la confección en clave soft (tela rellena)
de las llaves alegóricas de
todas formas y tamaños por mano
de Melina Scumburdis convence
por lo anti-convencional del material empleado.
Convencen también
los genitales zoomorfos del
cuadro de Marcelo Bordese, que
capturan finamente la fuerte carga
sexual de esta religión.
El resultado final, y con mayor
razón si es acompañado conmael
libro/catálogo, resulta extremadamente
estimulante, tanto a
nivel sociológico como artístico.
Un poco extraña la falta total de
reescrituras críticas o por los
menos satíricas del culto (quizá
con las tímidas excepciones
de la gran puerta decorada con
cuernos, esqueletitos y diablo
de Gustavo Tabares y la esquematización
de la divinidad en
estilo graffiti de Diego Perrotta):
mientras que a nivel internacional
los artistas suelen cuestionar
las religiones (si bien casi
exclusivamente las “oficiales”),
a veces hiriendo a los creyentes
pero también abriéndoles los
ojos, acá nadie intenta ese camino.
El mismo León Ferrari, quizá
el artista a nivel mundial que en
su larga carrera más ha fustigado
el catolicismo, se limita aquí,
en una sorprendente obra, a enjaular
una mesnada de vírgenes,
Jesús y santos, dejando afuera
-vigilantes- a cuatro cuidadosos
Exú. ■

Riccardo Boglione

jueves, 13 de agosto de 2009

TEXTO de GABRIEL PELUFFO


Este texto salió publicado en el catálogo de la muestra en Montevideo. Gabriel es el director del museo y un reconocido teórico de arte contemporáneo.

"Uno de los propósitos que ha estado presente en los guiones de exposiciones realizadas en el Museo Blanes ha sido la exploración de las relaciones entre arte y antropología, no solamente como una manera de poner en acto, dentro del museo, una de las aproximaciones disciplinarias más notorias en el mundo académico, sino, sobre todo, como una manera de cuestionar las frágiles fronteras actuales del arte en relación con las estrategias de la crítica cultural, de las prácticas religiosas, de la imaginería popular, de las construcciones de identidad grupal, para las cuales la dimensión estética se torna una cuestión predominantemente instrumental.
En esta línea de política museal recibimos con particular interés la exposición “Dueños de la Encrucijada, estéticas de Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata”, en la cual han trabajado estudiosos del tema, religiosos y artistas plásticos argentinos y uruguayos.
El hecho de que la exposición sea resultado de una tarea colectiva, tiene la virtud de poner en cuestión el concepto de guión curatorial personalizado y de enfatizar la idea de una superposición de estéticas diversas, todas ellas formando parte de la inmaculada sustancia religiosa del material expuesto. Como señala Juan Batalla refiriéndose al propio ritual de ofrenda a Exú, “el éxito de la operación que se lleva a cabo depende tanto de la intención como de su propio desarrollo visual”, es decir, depende tanto del sentido de la ofrenda como de su propia presentación formal ante la divinidad. Este hecho supone una identificación entre la dimensión estrictamente estética y la estrictamente religiosa, al punto que sus respectivas especificidades quedan desdibujadas frente al común denominador instrumental: lograr el éxito de la ofrenda.
Desde el punto de vista museográfico, este problema genera un interesante desafío, ya que los materiales expuestos se ajustan a un doble cometido: por un lado exponerse ante Exú y Pomba Gira como parte de un ritual religioso y no museográfico, pero por otro lado, ser leídos como objetos estéticos en el marco de un museo de arte. Esta es la tensión conceptual más significativa que subyace en “Dueños de la Encrucijada”. Tensión que remite, por otra parte, a la situación del visitante al museo como un “observador participante”, según la celebrada frase de Levy Strauss para referirse al modus operandis del antropólogo. En efecto, el observador no comprometido religiosamente con los objetos de culto que observa, mantiene una distancia crítica con respecto a ellos muy diferente a la del visitante comprometido, o al menos “enterado”. Esto hace que la muestra convoque un juego de miradas complejo en el cual el aura del objeto es asumido como un atributo tanto estético-formal como religioso-moral. Esta “manifestación irrepetible de una lejanía, por cercana que ella pueda estar” (W. Benjamín) será ahora percibida desde situaciones culturales y sociales diferentes. La apuesta simultánea a la diversidad y a la colectividad de la mirada es asunto propio de una museología más preocupada por las construcciones identitarias que por las consagraciones de la historia del arte."

Gabriel Peluffo Linari
Director Museo Blanes
TEXTO JUAN BATALLA
para "Dueños de la encrucijada" en el Museo Blanes y en el CC Rojas
marzo 2008


Estéticas de Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata


Exú y Pomba Gira son Entidades espirituales celebradas en los cultos de raíz africana, un aspecto de la cultura regional largamente invisibilizado que entre la incomprensión y el descrédito sigue creciendo a espaldas de todos, a borbotones, en las ciudades y los suburbios en que estas se difuminan. Existe en este campo una identidad en común muy marcada entre Buenos Aires y Montevideo, abonada por constantes intercambios, viajes e influencias entre sí de religiosos de ambos países que, mayormente, aunque no todos, reconocen como fuente histórica de su práctica a Porto Alegre y otras ciudades de Brasil. Y establecido tal eje cultural y geográfico, un fenómeno en particular resulta acaso la foto más fiel del presente: es la expansión del culto a Exú y Pomba Gira, la kimbanda, llegada de Brasil y resignificada en Uruguay.
Dos aspectos de la misma Entidad espiritual, Exú y Pomba Gira son Exú Macho y Exú Mujer.
Exú, uno de los orixás o deidades llegados a América con los esclavos africanos, fue alterando su identidad hasta que, merced a cierta hipertrofia o crecimiento desmedido del organismo ritual, terminó por generar un culto aparte. Y si los demás dioses encontraron su identificación en figuras católicas como santos, vírgenes y hasta Jesús, dentro de un fenómeno conocido como sincretismo, el papel que les tocó a Exú y a Pomba Gira no fue otro que el de diablos.
En esta exhibición, expresamente recortado del resto del vasto panteón de deidades de cuño afrolatinoamericano, observamos a Exú en su multiplicidad contradictoria, en su identificación como espíritu pero también como orixá o deidad, para terminar de abrir las compuertas a la riqueza compleja de las artes derivadas de una teología contemporánea.

Nuestra aproximación a estas cuestiones desde la perspectiva de las artes visuales se estructura mediante las fotografías de altares de Guillermo Srodek Hart, obras de artistas contemporáneos de ambos países que trabajan en relación al tema y la presentación de algunas piezas de arte litúrgico.
Las fotos de Srodek Hart, cuyo registro aprovecha la hondura de la imagen que proporciona una cámara de 4 x 5 pulgadas, fueron realizadas pensando en exponer la diversidad de resoluciones estéticas que presentan los altares elegidos; estos son reflejo de tendencias y estilos propios de la personalidad de sus autores, religiosos que se evidencian así como artistas por derecho propio mediante sus contundentes instalaciones.
Los artistas contemporáneos que exhibimos coinciden desde sus diversos procesos. Ellos son Dany Barreto, Marcelo Bordese, Nora Correas, León Ferrari, Ángela López Ruiz, Diego Perrotta, Nico Sara, Melina Scumburdis, Gustavo Tabares, Anabel Vanoni, Margaret Whyte, Guillermo Zabaleta. Algunos están comprometidos con la temática de modo directo y realizan obras que son el correlato de sus vidas religiosas, otros la reconocen como un hecho cultural que los inspira y están los que exhibimos por hallarse instalados en caminos coincidentes. Hay una circularidad conceptual entre todos ellos, así como una necesaria deriva de sentidos. Sus trabajos reflejan distintos aspectos del fenómeno: Exú y Pomba Gira son sexo, generación, comunicadores, transgresores, llaves, el perro, malandros, demonios, bellos, irónicos. Muchas de tales características pueden leerse en estas obras.
Y al mostrar piezas de origen ritual apuntamos tanto a exponer un arte de peculiar registro como a reflexionar acerca de las maneras de hacerlo. Tenemos piezas semianónimas y otras seriadas que señalan en dirección de las formas al servicio de un concepto.

Contextualizando, la escena del arte actual ha digerido ya la presencia explícita del tema afrorreligioso en la obra de muchos artistas internacionales, comenzando por Wifredo Lam, Rubem Valentim y llegando a José Bedia, Belkis Ayón, Ana Mendieta, Jean-Michel Basquiat, Mario Cravo Neto. En cuanto al Río de la Plata, sobre la transmisión realizada por la población africana que resulta base del tango y de otros aspectos de la cultura de ambas orillas, tal como registrara Pedro Figari, es que se asienta la umbanda llegada de Brasil a mediados del siglo XX. Entonces ya tenemos a Exú por aquí. No es extraño que haya crecido arte a su sombra.
El arte de Exú y Pomba Gira exhala una poética que es fruto de la relación con un misterio y despliega claves para comprender aconteceres que ya forman parte de la cultura rioplatense. Parido por una cosmovisión y una práctica y transformado en la deriva para conformar un continuo estético diferencial.




Juan Batalla
WYNWOOD THE ART MAGAZINEDiscontinuos-CCR-Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina, February 12 - March 8, 2009
By Maria Carolina Baulo


Discontinuity appears in every moment of our lives. Our daily activities, even when following certain mechanical rituals, hold an intimate relation to the discontinuous: we always develop tasks that could last for a few minutes and then become discontinued within the course of our day.

Something quite similar happens with art. An artwork could be part of a conscious - or not - search for the artist’s goal; it could become part of a series or it could be relegated to ostracism. A piece could be dismissed because there’s no empathy with the other works; it could be a rehearsal, a simple sketch of the way to achieve a desirable final result. Nevertheless, those pentimenti hold the essence of that artistic search; they represent what the artist tried to capture and understand, and they are witnesses to this vital activity. They also highlight what lies beneath, the hidden, the unseen; discontinuity materializes in those pieces as evidence of those things the artist “did not want to do.”

“Discontinuous” gathered a group of talented artists with solid careers, who decided to show their discontinuous works: the black sheep of their productions, works that guided the artists, quiet interpellants placed in the lonely, dark spots of their ateliers. Maggie De Koenisgberg, Dany Barreto, Juan Batalla, Carlos Bissolino, Marcelo Bordese, Pablo da Monte, Dulio Pierri, Eduardo Stupia presented pieces that, for some intimate reasons, remained forgotten and dislocated from their original series, but never from the artist’s memory. Organized by the curator Mindy Lahitte, the exhibition presented mixed techniques, drawings on paper, photographs, acrylics, oils on canvas and sculptures. Artists with different perspectives, visions and approaches shared the experience of having a vast production that included several discontinuous works. They aren’t second-hand works; they show the true imprint of emotions, pieces silenced and rejected (but not literally). At “Discontinuous,” they had the chance to be in the spotlight, to shine as traces of a fragmentary reality, all of them bound by the solidarity of being part of the “excluded.” It was amazing to discover how those applications could represent fantastic flashes of creativity, which even the artists themselves couldn’t recognize then. Artworks have a life of their own far beyond artists’ intentions; that is why, like swans, the pieces at “Discontinuous” allowed their own creators to rediscover them and finally find out they aren’t and never were, ugly ducklings.
Dany Barreto. Serie: Paraguayan Dream, 2008. Photography. Direct take. 23.6”x31.5”. Courtesy of the artist.


Maria Carolina Baulo: Art writer based in Argentina. She is specialized in Art History, with studies in Cinematography, Photography and Theatre. macabaulo@hotmail.com

miércoles, 12 de agosto de 2009

ARTE AL DÍA
marzo 2008

DISCONTINUOS
Una original propuesta en el Centro Cultural Recoleta
Esta muestra permite ver obras de reconocidos artistas como Maggie de Koenigsberg, Dany Barreto, Juan Batalla, Carlos Bissolino, Marcelo Bordese, Pablo de Monte, Duilio Pierri y Eduardo Stupia que por alguna razón no fueron expuestas al público antes
“No me representa”, “Me parece muy conflictiva”, “Son cinco obras y sólo cuatro me gustan”, “Están en el terreno de lo privado”. Éstas son sólo algunas de las razones por las que un grupo de artistas hoy reunidos en una muestra en la sala 6 del Centro Cultural Recoleta mantuvieron ocultas ciertas obras que hoy se exhiben en conjunto, rescatadas de una suerte de exilio propiciado por sus propios progenitores, las curadurías tradicionales, la crítica o el mercado.
“La idea de este proyecto surge durante inauguraciones, en el momento del reencuentro entre colegas amigos
En varias ocasiones se retomó la misma conversación hasta que se decidió formalizar una reunión para analizar específicamente como operaba el concepto de “discontinuidad” alrededor de los trabajos de cada uno”, comenta la curadora Mindy Lahitte.
A partir de ese proceso, los artistas Maggie de Koenigsberg, Dany Barreto, Juan Batalla, Carlos Bissolino, Marcelo Bordese, Pablo de Monte, Duilio Pierri y Eduardo Stupia, “dotados de una trayectoria de taller y con una determinada edad artística”, tras realizar una tarea de “arqueología privada” se reencontraron con ciertos ejemplares de su producción artística que por algún motivo habían quedado arrumbados en sus lugares de trabajo.
Se trata de trabajos que “ocupan un lugar en el taller y en la memoria de sus autores”, explica la curadora, “y a partir del reencuentro con esas obras, tras el ejercicio de desempolvarlas, sucedió que los primeros pensamientos al abordar el discontinuo, poco tenía que ver con lo que sentían ahora que volvían a mirarlas bajo la lupa de la distancia”.
Más allá de las reflexiones que provocaron en los artistas, y recobradas del aislamiento, las obras expuestas, con el aliciente de que fueron “discontinuadas”, provocan un doble juego en el espectador: por un lado, el acto espontáneo de interpretar la obra que se mira por primera vez, y por otro, el de descubrir por qué razón fue dejada de lado, adentrándose en la biografía de cada trabajo o serie en exposición.
En este contexto, la peculiar y curiosa pieza titulada Sonidos de Carlos Bissolino, se aparta completamente de las visiones de paisajes imaginarios recientes que el espectador puede asociar con el artista. “Mi producción aún bajo la forma de realizar series genera discontinuos: obras que se alejan del cuerpo de obras y permanecen en su autonomía”, explica el artista en el catálogo de la muestra. Y agrega que “otras veces algunas de estas obras discontinuadas fueron cabeza de serie de proyectos que se extendieron en el tiempo. El discontinuo es un precursor, es mi vanguardia personal”.
Para Maggie de Koenisgsberg, el concepto de discontinuidad se relaciona con la idea de búsqueda y experimentación. Sus obras “son como puentes entre distintas épocas, trabajos que fueron desarrollando ideas, imágenes, formas y pinceladas”. En esta línea, su trabajo Entre orugas y franjas invita a descubrir y adivinar ciertas formas antecesoras de las criaturas que luego habitan sus obras.
Así como en algunos artistas el concepto de discontinuidad aparece ligado a una determinada obra, en el caso de otros, resulta aplicable a toda una serie o un conjunto trabajos.
En el caso de Marcelo Bordese, la serie María de Magdala, elaborada a partir de un antiguo tratado de ginecología, en su momento podía ser fuerte o conflictiva para exhibir, pero hoy resultan una exploración del artista, una especie de metamorfosis en la que el cuerpo es expuesto como materia en imágenes que el visitante puede emparentar sin horrorizarse con el imaginario de directores como Cronenberg o Greenaway.
Vinculados a la experiencia personal con su propio cuerpo, los trabajos de Juan Batalla evocan “la pesadez”. “Frágiles a la vez, se tornaron discontinuos porque al irse desarrollando se revelaron casi como un estorbo en mi taller”, comenta el artista. Sin embargo “en estos trabajos emergen símbolos que son parte de una metafísica propia y que hasta aquí debo rastrear para reconocer su surgimiento”, concluye Batalla.
Profundamente conectadas a su situación personal, las obras que presenta Pablo de Monte son reconocibles por su técnica y lenguaje, como parte de su producción artística. Sin embargo, los tres retratos de grandes dimensiones que evocan a tres enigmáticas figuras femeninas nunca fueron mostrados al público. ¿Son aquellas mujeres con las cuales no se completó el recorrido?, se pregunta el artista. “Las motivaciones de esas interrupciones son difíciles de determinar, no se pueden expresar con palabras. De esta imposibilidad surge la necesidad de concentrarlas en una imagen que me acerque en forma intuitiva al porqué de aquello que no pudo continuar”, explica el artista.
Para Dany Barreto, su participación en esta muestra consiste en exhibir un trabajo que hace con mucha frecuencia: “tomo fotos para libros, para documentación, para inspiración de otras obras, para mostrarlas en Internet, pero pocas veces para una sala de exposición. Mi discontinuidad es la forma intermitente de mostrar este trabajo en comparación con lo que exhibo como mi producción artística.
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Mas info
Hasta el 8 de marzo
Centro Cultural Recoleta – Sala 6
Junín 1930 – Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Lunes a viernes de 14 a 21 hs.
Sábados, domingos y feriados, de 10 a 21
TODAVÍA REVISTA - edición número 20
diciembre 2008

Artista invitado:Dany Barreto (ver galeria de imagen)
Texto: de Eloísa Martin, doctora en antropología.


http://www.revistatodavia.com.ar/todavia21/20.sociedades.html
Ñ REVISTA - Clarin
11.04.2008 | ARTE
Por: Guido Carelli Lynch

El arte contemporáneo y la antropología posan sus ojos en las creencias afrobrasileñas
17:20 | El último martes en el Centro C. Rojas tuvo lugar la primera fase de Dueños de la encrucijada, un proyecto integral dedicado al análisis artístico y antropológico de los ritos religiosos afrobrasileños, que cada vez ganan más adeptos en las dos orillas del Río de la Plata. Incluye un libro, dos presentaciones y una muestra en Montevideo y Buenos Aires.
"El proyecto sirve para desasnar un poco a la gente y romper la hipocresía, porque los que van a consultar a los templos son católicos. Vienen artistas camuflados, que van con pañuelos y dejan los autos lejos a cinco cuadras. Yo he recibido a presidentes y ministros, muy adeptos a las ciencias ocultas. No, este Presidente, no, López Rega, tampoco, pero él sí participó en un templo de Porto Alegre". El que habla y se define como "una entidad de bien público" es Jesús Alberto Tata, más conocido como el Pai Alberto Miguel de Oxalá, líder espiritual del templo Kimbanda de Caseros.

Su camisa turquesa brilla más que algunos de sus anillos dorados, pero no disimula el orgullo que le provoca que su altar a Pompa Gira ilustre la tapa de Dueños de la Encrucijada. Estéticas de Exú y Pompa Gira en el Río de la Plata.

Los responsables del proyecto, Juan Batalla y Dany Barreto son fotógrafos y artistas contemporáneos que, a través de la colección Arte Brujo, posaron sus ojos sobre un fenómeno invisibilizado, pero imposible de negar: el culto a dos deidades ancestrales que llegaron a América con los esclavos africanos y que desde mediados de la década del 60 fueron reintroducidas en el Río de la Plata vía Brasil.

El proyecto que buscaba retratar la vinculación entre arte contemporáneo y ritual creció cuando Batalla le presentó su idea a Máximo Jacoby, director de Artes Visuales del Centro C. Rojas. El funcionario y curador aceptó coproducir Dueños de la Encrucijada, junto al Museo Juan M. Blanes de Montevideo, si se le permitía sumar a otros profesionales al emprendimiento.

Así, entre otros, se sumó el equipo de investigación liderado por el etnógrafo y antropólogo Alejandro Frigerio, un especialista en la materia. "La Kimbanda me encanta, porque es una celebración de la vida maravillosa. El libro da cuenta de eso y de cómo la experiencia religiosa y artística están relacionadas. El arte religioso es para los sectores medios y medios bajos la forma de acceder al arte. Uno va a cualquier templo y se sorprende haciendo apreciaciones estéticas, juzgando si el altar está bien decorado, si es lindo...La apreciación estética es muy importante, porque todo está hecho para agradar a los dioses. En la Kimbanda lo bueno, lo bello y lo correcto están entrelazados", explicó Frigerio durante la presentación del libro.

Además, se sumaron el fotógrafo argentino radicado en Boston Guillermo Srodek Hart, la profesora en letras de la UBA Amalia Sato, el sociólogo brasileño Reginaldo Prandi y los sacerdotes africanistas uruguayos Milton Acosta y Susana Andrade.

"Dueños de la encrucijada es una forma de empezar a tomar las creencias afroamericanas como parte del patrimonio cultural de la humanidad. Es muy fácil tomar esa actitud con las hindúes, la tibetana, pero por alguna razón las africanas son siempre dejadas de lado", subraya Frigerio.


Exú y Pompa Gira

La Kimbanda, desprendimiento o "la izquierda" de la Umbanda, rinde particular culto a dos deidades ancestrales pero corruptas y antes peligrosas como Exú y su homóloga femenina Pompa Gira. Sin embargo, el sincretismo con la religión católica, el culto a los santos y –en menor medida- a los rituales de los indígenas brasileños terminó por convertir y "domesticar" a ambos espíritus.

"Exú es nuevo para el Río de la Plata. Tiene más contacto con el hombre en el plano terrenal. Es el elegbé, que en yoruba quiere decir el amigo, el compañero, el que siempre te acompaña", explica Guillermo Zabaleta, artista visual uruguayo y fiel activco de la Kimbanda, que participó del proyecto y viajó especialmente a Buenos Aires para realizar su performance "Elegbé" dentro de la primera fase de Dueños.

Pompa Gira, es su análoga femenina, un espíritu que en vida fue prostituta, o debió afrontar un derrotero muy lejano a la vida sancta de las mujeres cristianas. Exú y Pompa Gira entienden lo difícil que es la vida terrenal y están dispuestos a interceder por los fieles, siempre y cuando, claro haya un regalo para ellos.

El sonido del tambor es una llamada a los espíritus ancestrales mucho más festiva que las invocaciones de otras creencias. "Más que una ceremonia católica parece un espectáculo. Una vez un Pai nos dijo que tenía que dar un muy buen espectáculo para sus devotos. Era muy teatral, pero era consciente de que el vestuario, la luz y el teatro tenían que coordinarse", recuerda el fotógrafo Barreto.

Ángela López Ruiz es otra artista contemporánea uruguaya que participó de esta presentación verdaderamente multimedia con su videoperformance. Esta Mai de santo, que además es miembro activo de la prestigiosa Fundación de Arte Contemporáneo (FAC) de Uruguay, busca comunicar "la enseñanza" que experimenta en cada trance, razón por la que diferencia su estética y la finalidad de sus obras con las del arte sacro de los cristianos.

Tanto es el material reunido, los artistas y los profesionales que confluyeron en Dueños de la Encrucijada, que todavía resta una presentación en la Fundación Centro de Estudios Brasileiros (FUNCEB) y una muestra de fotografías en el Centro Cultural Recoleta, en octubre, y una similar, un mes después, en el Museo Juan M . Blanes, en Montevideo.

Para Jacoby, la idea de Barreto y Batalla es un testimonio de los caminos sinuosos, pero más comprometidos y sociales que empieza a desandar las artes visuales en la actualidad. "El arte contemporáneo en el siglo XX sólo reflexionó sobre su propia ontología, ensanchó sus límites, pero mirando siempre su ombligo. Este proyecto encontró la manera de reflexionar sobre cuestiones sociales, sobre movidas que están sucediendo ahora, acá, a 20 kilómetros y ayudan al medio del arte y al público específico y ajeno de estas religiones a comprenderlas mejor", termina. Pero Dueños de la encrucijada recién acaba de dar su primer paso.

http://www.clarin.com/notas/2008/04/11/01648932.html
QUILOMBO! cultura
abril 2008 - número34 - buenos aires

Artes visuales
Dueños de la Encrucijada


Este libro, recientemente editado, es un proyecto integral dedicado al análisis artístico, antropológico y poético sobre un fenómeno religioso africanista en el Río de la Plata: el culto a Exú y Pomba Gira. Se presentara el 8 y 17 de abril en el Centro cultural Rojas y en la Fundación de Estudios Brasileros respectivamente. Para octubre esta prevista una muestra de artes visuales siguiendo un desarrollo conceptual sobre la estéticas de este culto africanista.

Dueños de la encrucijada es una edición de 148 páginas a cargo de Editorial Arte Brujo. Contiene ensayos de Alejandro Frigerio, Milton Acosta, Juan Batalla, Reginaldo Prandi, Amalia Sato y de Susana Andrade. También fotografías de Guillermo Srodek Hart e imágenes de obras de artistas contemporáneos de Uruguay y Argentina (Anabel Vanoni, Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta, León Ferrari, Diego Perrotta, Nora Correas, Melina Scumburdis, Marcelo Bordese, Nico Sara, Gustavo Tabares, Margaret Whyte).

La edición contiene diversas aproximaciones visuales y literarias que indagan en la riqueza de una realidad cultural incomprendida y provocadora. Y que, en medio del desconocimiento, florece a la vuelta de la casa de cada uno; en los suburbios y en el centro de las ciudades.

Se propone evidenciar similitudes y continuidades culturales entre Buenos Aires y Montevideo a través de la puesta en escena de un fenómeno poco reconocido. Los cultos africanistas florecen a ambas orillas del Río de la Plata. En verdad, existe en este campo de la cultura una identidad en común muy marcada entre Argentina y Uruguay, abonada por constantes intercambios, viajes e influencias entre sí de religiosos.



Exú y Pomba Gira son Entidades espirituales que integran el complejo panteón religioso africanista. En esta edición, se traza un deliberado recorte para observar la riqueza y personalidad que emana de su culto. El de Exú es un registro transgresor, que da inicio y dinamiza todo ciclo; es la masculinidad misma. En tanto que Pomba Gira es Exú en su polaridad femenina.

Exú, uno de los Orixás o dioses llegado a América con los esclavos negros, fue alterando su identidad hasta que, merced a cierta hipertrofia o crecimiento desmedido de una parte del organismo ritual, terminó por generar un culto aparte llamado Kimbanda. Esta es la celebración espiritista de Exú y Pomba Gira, un rito que se expande día a día y constituye un fenómeno distintivo que abarca particularmente al sur de Brasil, Argentina y Uruguay. Fenómeno en movimiento, la Kimbanda es un work in progress, la fundación de una teología contemporánea.

Y si los demás dioses encontraron su identificación en figuras católicas como santos, vírgenes y hasta Jesús, dentro de un fenómeno conocido como sincretismo el papel que les tocó a Exú y a Pomba Gira no fue otro que el de diablos. Un detalle más que forma parte del mito y agrega a las estéticas de una cosmovisión en la que el bien y el mal son caras de la misma moneda.

Dos de sus autores, Dany Barreto y Juan Batalla, sostienen que “Nos interesa aquella veta del arte contemporáneo sobre la que se asienta el trabajo de algunos artistas que guardan relación con ritualidades ancestrales. Como también aquel producido a través del rito para arribar a resultados artísticos. Ambos caminos confluyen en arte complejo. La multisensorialidad de una ceremonia religiosa o un altar anticipa las búsquedas de personas que echan mano a lenguajes artísticos diversos para plasmar el espíritu de sus experiencias o bagajes rituales; un camino que lleva la experimentación más allá de la mirada irónica o folclórica que es frecuente encontrar en referencia a estos asuntos. Dueños de la encrucijada resalta el papel de algunos religiosos africanistas como performers e instalacionistas capaces de generar una maquinaria artística totalizadora. Y de artistas que contrapuntísticamente toman relación con esta temática, para así conformar una perspectiva integradora y distintiva.“



Integran el trabajo de Dueños de la Encrucijada: Alejandro Frigerio (antropólogo), Milton Acosta (sacerdote africanista y autor de libros teológicos), Juan Batalla (artista visual y co-director de la Colección Arte Brujo), Amalia Sato (profesora en letras, investigadora en la sección de Asia y África UBA) , Susana Andrade (sacerdotisa africanista, militante social por los derechos de las minorías, directora de Atabaque, periódico afroumbandista), Reginaldo Prandi (especializado en Sociología de la religión y estudios afrobrasileros).

Guillermo Srodek Hart, Dany Barreto y Alejandro Frigerio completan el panorama fotográfico de la edición. Algunos de los artistas contemporáneos son de Uruguay (Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta, Gustavo Tabares y Margaret Whyte) y otros de Argentina (Anabel Vanoni, Diego Perrotta, León Ferrari, Melina Scumburdis, Marcelo Bordese, Nora Correas, Nico Sara).

La exhibición se trata de una muestra de artes visuales que sigue un desarrollo conceptual acerca de las estéticas del culto africanista a Exú y Pomba Gira en el Río de la Plata. Está formada por un corpus central de trabajos fotográficos de Guillermo Srodek Hart. Presenta también obras coincidentes con la temática realizadas por artistas visuales de Uruguay y Argentina. Ellos son Ángela López Ruiz, Guillermo Zabaleta, Gustavo Tabares y Margaret Whyte por Uruguay y Anabel Vanoni, Diego Perrotta, Melina Scumburdis, Marcelo Bordese, Nico Sara y Nora Correas de Argentina. Por último, también exhibe algunos objetos rituales y una instalación que reproduce la estética de un característico altar a Exú. La curaduría general pertenece a Juan Batalla, y la producción está a cargo de Arte Brujo y del Centro Cultural Rojas UBA.

Presentación del libro y muestra de artes visuales
La presentación del libro se llevara a cabo el martes 8 de abril, a las 19 hs, en el Centro Cultural Rojas, Av. Corrientes 2038, con entrada gratuita. El jueves 17 de abril a las 19 hs, en la Fundación Centro de Estudios Brasileiros, Esmeralda 965, también con entrada gratuita. En tanto que, la inauguración de la muestra será el martes 7 de octubre, en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, entrada gratuita.
RADAR - PAGINA12
domingo 6 de abril de 2008

RITOS > POMBAGIRA Y EXU EN EL RIO DE LA PLATA
Rojo y negro
Pombagira y Exú son entidades espirituales que integran el complejo panteón africanista, por lo general malentendidas, desconocidas y consideradas con prejuicio por quienes no son sus fieles. Su culto aparece en muchas encarnaciones: por eso quizá los directores de la colección Arte Brujo decidieron recortar la puesta en escena del fenómeno al Río de la Plata. Así el libro Dueños de la encrucijada recopila imágenes y textos que indagan sobre este rito. Aquí, el sociólogo Reginaldo Prandi explica este culto, su inquietante ritual y sus significados sociales.



Por Reginaldo Prandi
Las pombagiras son espíritus de mujeres, y cada una de ellas tiene su biografía mítica, que puede estar más o menos divulgada entre sus devotos y clientes, en general historias muy fragmentadas. En la configuración mítica de Pombagira nunca faltan sexo, dolor, desventura, infidelidad, transgresión social, crimen.

¿Pero quién es Pombagira?

Antes que nada, Pombagira es un exú, o mejor, un exú mujer, como ella misma gusta de ser llamada. En la concepción umbandista, Exú es un espíritu del mal, un ángel caído, expulsado del cielo, finalmente un demonio y que habita en el infierno y en las encrucijadas. Pero afirmar únicamente eso es simplificar demasiado las cosas.

Hay mucha confusión en torno a las palabras Exú y Pombagira. El propio término “Exú” puede referirse a entidades y divinidades con status religioso diferenciado. Al menos cuatro puntos merecen ser aclarados:

1) El exú de la umbanda es diferente al orixá Exú cultuado en el candomblé, en el batuque y en otras religiones afrobrasileñas tradicionales. En la umbanda se trata del espíritu de un muerto; en el candomblé y en el batuque, un espíritu divinizado, un orixá. Los orixás son divinidades identificadas con elementos de la naturaleza (el mar, el agua de los ríos, el trueno, el arco iris, el fuego, las tempestades, las hojas, etc.) y aspectos de la vida social (justicia, riqueza, amor, vida conyugal, etc.).

2) En el candomblé nagô (yoruba), Exú es el nombre del orixá mensajero entre el mundo de los hombres y el de los orixás. En el candomblé jeje (fon) es llamado Legba o Elegbara. En el batuque es más conocido por el nombre de Bará. En los candomblés congo y angola (bantúes), uno de los nombres de Exú, el orixá mensajero, es Bombogirá (Bambojira), del cual Pombagira es ciertamente una corrupción. Con el tiempo, ese nombre terminó por restringirse a designar la cualidad femenina de exú (típicamente bantú).

3) En América los orixás fueron sincretizados con Jesús, Nuestra Señora y diversos santos católicos. Varias características de Exú propiciaron su sincretismo con el diablo católico: su representación material de forma fálica, su ligación con la sexualidad, la condición de trickster, su supuesta falta de moral.

4) Más adelante, con el surgimiento de la umbanda, Exú pasó a designar a decenas de espíritus de seres humanos que en vida tuvieron una biografía socialmente marginal. La umbanda fortaleció la identificación de los exús con el diablo, mas la propia idea acerca del diablo sufrió cambios importantes en el imaginario umbandista. Los exús pueden ser masculinos o femeninos, y la palabra Pombagira se aplica precisamente en el caso del espíritu de una mujer.

En suma, el candomblé, el batuque y el xangô son religiones de orixás y Exú es su orixá mensajero, pudiendo adoptar otros nombres. La umbanda es religión de caboclos, pretos velhos y otros espíritus, reunidos en falanges comandadas por los orixás, que cuenta también con falanges de exús y pombagiras que no se mezclan con aquellos, y que no son orixás. De todos modos, hoy en día no es difícil encontrar en muchos lugares sacerdotes jefes de terreiros que combinan elementos del candomblé y el batuque con otros de umbanda, haciendo una selección de tal o cual aspecto según siente que mejor lo representa, formándose así una enormidad de variantes religiosas.

Desde el punto de vista moral, las religiones tradicionales afroamericanas no distinguen entre el bien y el mal, en el sentido judeocristiano. Su sistema de moralidad se basa en la relación estricta entre el hombre y el orixá. Esa relación es de carácter propiciatorio y sacrificial. La relación de los hombres entre sí, en el sentido de la formación de una comunidad, en la que el bien del individuo está subordinado al bien colectivo, tiene importancia secundaria. El bien y el mal son caras de la misma moneda.

Por otro lado, la umbanda, que retuvo una fuerte herencia cristiana -kardecista, preservó la noción del bien y del mal como campos antagónicos, pero trató de mantenerlos separados en compatimientos estancos. Así, la umbanda se divide en una línea de “derecha”, dirigida al manejo de las fuerzas del bien y que “trabaja” con entidades “evolucionadas” (caboclos, preto velhos, etc.), y una línea de “izquierda”, también llamada quimbanda, que puede trabajar con fuerzas del “mal”, y cuyas entidades, espiritualmente “atrasadas” (exús y pombagiras) están asociadas al infierno católico. De todos modos, esta división puede ser meramente formal, funcionando como una orientación clasificatoria estrictamente ritual y de poca importancia ética.

Las pombagiras y sus compañeros exús, que forman la quimbanda, o la “izquierda” de la umbanda, son espíritus maleducados, impúdicos, agresivos. Dicen palabrotas y dan carcajadas estrepitosas. Pombagira es el espíritu de una mujer que en vida habría sido una prostituta, mujer de bajos principios morales, capaz de dominar a los hombres mediante sus proezas sexuales, amante del lujo, del dinero y de toda suerte de placeres. Las pombagiras usan trajes escandalosos de color rojo y negro, y una rosa roja en su largo cabello moreno, y exhiben formas de prostituta, ora del burdel más miserable ora de elegantes salones de meretricio, juego y perdición. Puede exhibirse también como una gran dama, fina y esmerada, pero siempre una dama de la noche, una cortesana pecadora. A su vez, los exús son espíritus de bandidos, marginales y otros tipos sociales indeseables. Algunos gustan de presentarse con las manos en garras y los pies transformados en cascos de animales satánicos. Visten una larga capa negra con su interior forrado de rojo, y llevan en la mano un tridente de fierro.

Aunque puedan mostrarse elegantes y amigables, esas entidades nunca son enteramente confiables y siempre acaban por revelarse interesadas. Exús y pombagiras enfatizan su naturaleza diabólica (al menos verbalmente) y ponen empeño en demostrar animosidad y desprecio por quien procura obtener auxilio y protección de parte de ellos. Quien se acostumbra, sabe que se trata de un juego teatral.

Sobre todo entre la población urbana pobre, es común apelar a Pombagira para la solución de problemas relacionados a fracasos y deseos de la vida amorosa y la sexualidad, además de otros innúmeros que aparejan situaciones aflictivas.

Estudiar los cultos de Pombagira nos permite entender algo de las aspiraciones y frustraciones de grandes grupos de la población que están muy distantes de un código de ética y moralidad basado en valores de la tradición occidental cristiana. Pues para Pombagira cualquier deseo puede ser atendido: no hay límites para la fantasía humana. Y lo mismo vale para los exús.

En la división del trabajo entre las entidades de quimbanda, Pombagira se ocupa especialmente de los casos de amor, protege a las mujeres que la procuran, y es capaz de propiciar cualquier tipo de unión amorosa o erótica, hétero u homosexual. Se debe obsequiar a Pombagira con cosas que ella usa en el terreiro cuando es incorporada: tejidos sedosos para sus ropas de colores rojo y negro, perfumes, joyas y bijouterie, champagne y otras bebidas, cigarrillos y boquillas, rosas rojas, además de comidas y animales sacrificiales que acostumbramos ver en los despachos dejados en las encrucijadas, playas y otros espacios, dependiendo del trabajo que se haga, siempre a la luz de velas rojas y negras. Para ser amigo o devoto de Pombagira es preciso tener una causa por la cual ella pueda trabajar, pues es el terreno del hechizo aquel en que se fortalece y gana prestigio. Aunque Pombagira no vive sólo de hechizos, ella no viene únicamente a “trabajar”. En sus fiestas, Pombagira viene a divertirse, danzar y ser apreciada y homenajeada, conforme al patrón del culto a los orixás. Un toque de Pombagira siempre tiene un tono de fiesta y diversión, a pesar del clima generalmente sombrío y de las expresiones de trance, ni siempre de buen gusto, que procuran reproducir estereotipos del bajo mundo.

La idea más generalizada acerca de Pombagira es la de que se trata de una entidad muy parecida a los seres humanos. Como mujer, habría tenido una vida pasada que refleja una de las más difíciles condiciones humanas, la prostitución. Habría sido víctima de su destino, como lo somos todos. Nadie creería que sus malos pasos en la vida hayan sido dados por placer, por desvergüenza, por propia voluntad. Al contrario, el coraje de aceptar su condición de prostituta, de bandida y de encarar la vida de frente fue su mayor virtud. Virtud de grandes cualidades, como aquella de las santas. Pecadora y santa, difícil es saber cómo separar una cualidad de otra. Pues fue justamente la triste condición de su vida terrena la que le permitió el conocimiento y el dominio de una de las más difíciles áreas de la vida de las personas comunes, que es la vida sexual y el relacionamiento humano fuera de los patrones de comportamiento aceptados y recomendados socialmente. Así, se cree que Pombagira está dotada de una experiencia de vida real y muy rica que la mayoría de los mortales jamás conoció, y por eso sus consejos y socorros vienen de alguien que es capaz, antes que nada, de comprender los deseos, fantasías, angustias y desesperos ajenos.

En cuanto las religiones cristianas son consideradas represoras y formadoras de sentimientos de culpa y pecado, la afrobrasileras son con frecuencia vistas como religiones liberadoras de la personalidad –no se cree en el pecado ni en la premiación o punición después de la muerte–. Todo ocurre aquí, en esta vida. La vida es buena y debe ser llevada con placer y alegría. No forma parte de su ideario el encubrimiento y aniquilación de las pasiones humanas de toda naturaleza, por más recónditas e innombrables que sean ellas. Es la lucha de los hombres y mujeres que procuran la ayuda de exús y pombagiras para la realización de sus deseos más íntimos. Pombagira representa sin duda una importante valoración de la intimidad de cada uno, pues para Pombagira no existe deseo ilegítimo, ni aspiración inalcanzable, ni fantasía reprobable.



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sábado, 1 de agosto de 2009

LA NACIÓN - Cultura - 5-11-07
por Silvina Premat
Cultos populares: un fenómeno en expansión
Los santos paganos, con más altares en la ciudad
Crecen los sitios de devoción en Palermo, Chacarita y Once
Noticias de Cultura: anterior | Publicado en edición impresa



La gente venera a la intemperie al Gauchito Gil, en Corrientes y Concepción Arenal
Foto: Miguel Zuanich
María Fernández y su novio Roger Short, de 23 y 24 años, confían sus anhelos al Gauchito Gil. Al caer la tarde van a la avenida Corrientes y Concepción Arenal, en Chacarita.
Allí hay un "altar" al gaucho correntino, con las infaltables banderas rojas alrededor de un viejo árbol, dos pequeñas ermitas con imágenes y ofrendas, y unos bancos, donde LA NACION dialogó con los jóvenes.
Habían llegado en coche. En silencio habían rezado y encendido una vela cada uno. Enfrente, otros fieles habían encendido velas y dejado botellas de agua a la Difunta Correa.
Chacarita, Palermo Soho y Once son algunas zonas que ofrecen rincones donde se veneran a "santos" canonizados por la gente y no necesariamente por la Iglesia. Entre ellos están los cantantes Gilda y Rodrigo, los sanadores Pancho Sierra y la Madre María, y personajes legendarios, como San La Muerte y la Telesita. También se encuentran personas valoradas por la Iglesia, como el mapuche Ceferino Namuncurá, que será beatificado el domingo en Río Negro, o el cura Brochero, cuya obra aún perdura en Córdoba.
Libros y cuadros
La devoción por estas figuras ya no es exclusiva de los más humildes y excluidos de la sociedad. Tampoco está restringida a las fronteras de los lugares donde se originaron. Ahora se ocupan de ellas las editoriales comerciales, los medios de comunicación y los artistas plásticos. Además, ganan terreno en las santerías y fiestas religiosas.
Desde hace pocos días, las librerías tienen en venta el libro Cuerpos resplandecientes (Sudamericana), en el que María Rosa Lojo propone un acercamiento desde la imaginación literaria a diez de estos santos populares. Sus historias son, para esa escritora e investigadora del Conicet, "una faceta de la construcción del imaginario nacional" y están estrechamente vinculadas con la historia y la identidad del pueblo. Al buscar información sobre ellas, Lojo comprobó que "la dimensión religiosa convive con el pensamiento científico, es parte esencial de nuestra relación afectiva con el mundo y nutre de sentido a nuestra vida".
Otro de los ámbitos que se dejó permear por los santos populares es el artístico. Cuadros e instalaciones sobre estas figuras integran las muestras de arteBa desde hace cinco años.
Entre ellos, el artista Daniel Barreto llegó a los santos populares, movido por la curiosidad ante las ofrendas que dejan los fieles en los "altarcitos" (vino, cigarrillos, golosinas) y por el estilo kitsch de esas expresiones religiosas. Ahora es, a su manera, un devoto.
"Mis ofrendas son mis cuadros", explicó Barreto a LA NACION y contó que con su colega Juan Batalla y el fotógrafo argentino Guillermo Srodek Hart, residente en EE.UU., prepara un libro sobre el Gauchito Gil. Batalla y Barreto ya tienen publicados dos textos con fotografías y obras sobre San La Muerte y territorios sagrados.
Sergio Gravier es otro de los artistas seducidos por el Gauchito. Hace unos años hizo una instalación en Palermo Soho, en la que representó un "altar". Fue tan fiel, que los devotos del barrio le creyeron y en poco tiempo ya nadie se acordaba de que había nacido con fines artísticos y no religiosos. Esa "paradita" del Gauchito, con objetos agregados por la gente, se mantiene al borde de las vías, en Honduras al 5300, frente a la cual más de un transeúnte se persigna.
Símbolos de fuerza
Según el diccionario folklórico de Félix Coluccio son más de 60 los personajes de origen argentino a los que se les atribuyen poderes desde el más allá.
Para el sociólogo y antropólogo Alejandro Frigerio, especializado en religiones, la legitimación de esos santos paganos es impulsada por la cobertura de los grandes medios de las fiestas patronales y por una mayor libertad religiosa desde el retorno de la democracia. Las figuras que más se han difundido en la última década son, para el intelectual, las que representan fuerza y protección, como el Gauchito Gil y San La Muerte, y algunos santos católicos, como San Expedito o San Jorge, y usos populares de advocaciones a la Virgen, como la Desatanudos.
"Este es un fenómeno mundial: hay una desregulación de los símbolos religiosos que dejan de pertenecer a las instituciones que los generan", dijo el investigador, y explicó que ahora "participan cada vez más de estas devociones gente de clase media".
Sectores medios como al que pertenece Roger, que empezó a creer en el Gauchito provocado por la fe de su novia. "Tuve muchas dudas porque en la parroquia me enseñaron que no hay que adorar a falsas imágenes", contó Roger. Y tiene razón. El Catecismo de la Iglesia dice que "el honor tributado a las imágenes es una veneración respetuosa y no una adoración, que sólo corresponde a Dios".
El padre Contardo Miglioranza, escritor de numerosas historias de santos "oficiales", explicó que "la Iglesia como tal no entra en las devociones populares"; destacó que los santos "oficiales" llegaron a tales por "intentar de imitar a Jesús" y los canonizados por la gente pueden ser "intercesores válidos, porque todo cristiano muerto en gracia puede interceder por los demás", pero no "modelo de virtudes".
Por Silvina Premat
De la Redacción de LA NACION
PERSONAJES

Difunta Correa. Se llamaba María Antonia Deolinda Correa. La devoción surgió en San Juan.

Gauchito Gil. Su nombre era Antonio Mamerto Gil Núñez. Vivió en Corrientes y fue acusado de desertor (1847-1874).

Gilda. La cantante bailantera se llamaba Miriam Alejandra Bianchi y murió en un accidente en 1996.

San La Muerte. Considerado protector de los que llevan vidas violentas, se trata de un culto originario del Litoral.